Paraiso y testigo, crecer en la ciudad de la playa






El blog de hoy me impulso a ser escrito gracias a mi enorme deseo de volver a la playa.
La playa para mi representa descanso por el solo hecho de contemplar el mar, no hace falta la mejor reposera, ni el servicio de tragos ni el clima perfecto. Tuve la suerte de veranear en la infancia. Vivi mi adolescencia en nuestra costa Argentina, tenemos playas anchísimas y medanos para escondernos y un mar con mucho carácter. Pinamar fue mi primer paraíso, ahí crecí cada verano y esperaba cada temporada para ver a mis amigos del verano. Que épocas, teníamos 15 años y nos sentíamos de 20, el mundo era nuestro y en el paraíso vivimos las mas increíbles aventuras. Los Días eran eternos y las noches duraban casi lo mismo que los días. El cielo estrellado, el viento de la mañana, los churros y el chocolate, las gangas del verano, los fichines y nuestros desafíos por salir a salvo de cada travesura. Pinamar me vio crecer e hizo que mi niñez pasara a la adolescencia en un parpadear. Otra playa y lugar con mística comprobada es Buzios, Brasil. Un hotel de amigos, una reserva ecológica y una playa escondida entre rocas. La magia infinita durante casi 10 años fueron nuestros veraneos, los Domingos de asado se cambiaban por el paseo en barco hasta Tartaruga, las lagartijas ya eran mascotas y el mato brasileño nuestra contención para tantas historias vividas, y muchos amigos también con quienes nos reencontrábamos cada temporada. Año nuevo un festejo único "Revellion" las 7 olas y los deseos que muchos se cumplieron. Será que Buzios a parte de ser testigo nos escucho y nos lleno de energía? Pero todavía queda un lugar, va una ciudad que para muchos es sinónimo de consumo pero para mi un destino que no me dejaba volver. Miami, cada vez que viajaba había algo que no me dejaba volver. Hicimos viajes familiares con recuerdos increíbles de una ciudad de pantanos lujosos, grandes autopistas para llegar y una combinación de culturas y costumbres para sentirse en la comodidad absoluta. Para mi es descanso y respirar optimismo. Con mama tuvimos la oportunidad de crecer y conocer a entrañables amigos de Miami, con nuestro trabajo. Siempre nos sentimos en casa, ahí compartimos muchas emociones y nos contuvieron en momentos difíciles. Mama tiene el recuerdo que yo nunca me quería ir y quería extender el ticket de vuelta. Yo le decía que no sabia porque pero que me tenia que quedar un poco mas. Podía estar horas sentada en la playa mirando el mar, ahí si podía hacerlo sola me pasa lo opuesta que en el bar. Para los que no leyeron mi blog del "Camino". Es un esfuerzo grande para mi estar sola en un bar, pero en la playa me pasa todo lo contrario. En la playa me siento contenida y el mar me protege. Volviendo a mis primeros viajes a Miami, yo sentía que no me tenia que volver, como si estaría esperando algo o alguien. El destino solo se encargo de develar ese misterio. En Miami estaba el padre de mis hijos esa era su ciudad, su lugar, su mundo. Pero yo lo conocí en Argentina y después del flechazo Miami se transformo en la distancia mas cercana y ahí me cautivo para siempre. Si el que me cautivo fue el, por supuesto,  pero su lugar también. Hoy no puedo evitar volver por lo menos una vez al año. Miami fue testigo y lo sigue siendo de tantos momentos. Mi primer hogar, nuestro departamento de la playa, esa luna que nos miraba cada noche, las mañanas en la playa, los platanitos, los asados en la lancha o en la playa, un orlando como escapada y  mi familia que es sinónimo de Miami. Bueno puedo decir que 3 ciudades de playa me vieron crecer y fueron testigo de muchas historias y de mi historia que se va escribiendo entre caracoles y arena. Playa, paraíso y tesoro de mi vida. Sueño con nuevos destinos y ciudades que no me quiero perder pero siempre esta mi escala de playa que se impuso para siempre y es sinónimo de buena energía.
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